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El Efecto Cobra

Desentrañar el efecto cobra: cómo los incentivos pueden ser contraproducentes

El efecto cobra es un término que describe cuando una intervención destinada a resolver un problema contribuye a empeorarlo.

Los incentivos siempre han sido reconocidos como poderosas herramientas para impulsar los resultados deseados, ya que pueden moldear potencialmente el comportamiento individual y colectivo.

¿Qué ocurre cuando el rey cobras se enfrenta al rey de Gran Bretaña? Consecuencias imprevistas. Los detalles son imprecisos, pero la historia del efecto cobra sigue viva.

Independientemente de su exactitud histórica, es una buena anécdota para comprender los conceptos de incentivos y consecuencias imprevistas.

Este artículo examina el efecto cobra, un cuento con moraleja que muestra cómo unos incentivos mal diseñados o desajustados pueden tener consecuencias imprevistas y a veces negativas.

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Origen del efecto cobra

Los británicos gobernaron la India desde 1858 hasta 1947. Durante este tiempo, empezaron a preocuparse por el número de cobras mortales que había en Delhi.

A los británicos se les ocurrió una solución sencilla: pagar una recompensa por cada cobra muerta.

Esto funcionó bien. Los lugareños empezaron a matar cobras rápidamente para cobrar las recompensas.

Sin embargo, algunos fueron más allá de la intención de la recompensa y empezaron a criar sus propias cobras.

Como su cría era barata, las cobras se convirtieron en un medio de sustento para las familias. Muchos se ganaban la vida simplemente cobrando las recompensas por las cobras que criaban.

Cuando los británicos descubrieron el giro, cancelaron el plan de recompensas. Bastante sencillo, ¿verdad? Una vez más, esto tuvo consecuencias imprevistas cuando los criadores de cobras liberaron las cobras recién nacidas en la ciudad.

En resumen: se pagó mucho dinero en recompensas, pero aumentó el número total de cobras en Delhi.

Este es el origen del efecto cobra. Se atribuye al profesor de la Universidad de Alberta Vikas Mehrotra la introducción de este concepto. Sin embargo, quien lo popularizó fue el economista alemán Horst Siebert con su libro.

Otros ejemplos del efecto cobra

Veamos ahora otros ejemplos de las consecuencias imprevistas de los incentivos:

Erradicación de la rata de Hanoi en 1902

En el siglo XIX, durante el dominio colonial francés, Hanoi se enfrentó a un grave problema de plagas de ratas. Las ratas causaban estragos en los cultivos y propagaban enfermedades.

El gobierno francés, presionado para poner fin a este problema, ideó un sistema de recompensas para controlar la situación.

Anunciaron que cualquiera que trajera una cola de rata podía cobrar una recompensa.

Los ciudadanos se motivaron y entregaron miles de colas de rata.

Sin embargo, hubo problemas de ratas sin cola por toda la ciudad, lo que preocupó a las autoridades.

Sin embargo, algunos vietnamitas vieron en el sistema de recompensas una oportunidad para montar una granja de ratas. Les cortaban la cola, pero las ratas se mantenían vivas para criar. El sistema no consiguió acabar con las infestaciones de ratas y, al final, aumentó su población.

Cómo la prohibición de automóviles llevó a que hubiera más coches en México

A veces, intervenciones aparentemente razonables pueden dar lugar a comportamientos contraproducentes, como lo ocurrido en México.

En 1989 el gobierno introdujo el hoy no circula, para frenar la contaminación atmosférica provocada por el tráfico.

El gobierno prohibió a todos los conductores utilizar sus vehículos un día a la semana de forma rotativa.

Por ejemplo, con esta normativa, los coches con matrículas terminadas en 0 o 1 no podían circular el lunes, mientras que los que tenían 2 o 3 no podían hacerlo el martes y así sucesivamente.

Sin embargo, el programa fracasó, ya que muchos residentes compraron un segundo coche para utilizarlo los días en que su vehículo principal estaba prohibido.

Esto provocó más coches en la carretera, congestión del tráfico y un aumento de la contaminación atmosférica.

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¿Cuáles son las lecciones del efecto cobra?

El efecto cobra nos enseña varias lecciones, entre ellas:

Los incentivos pueden tener consecuencias imprevistas

El efecto cobra es un recordatorio de que hay que tomarse el tiempo necesario para evaluar los pros y los contras de una decisión, por bienintencionada que sea, antes de ejecutarla.

Los incentivos pueden ser contraproducentes y conducir a resultados negativos contrarios a su propósito original.

Pueden surgir comportamientos imprevistos

A veces, las personas pueden explotar las lagunas, participar en juegos estratégicos o mostrar comportamientos que repercutirán en los resultados deseados cuando respondan a los incentivos.

El control periódico y la adaptabilidad son importantes

Cuando cree un sistema de incentivos, debe estar sujeto a una evaluación, retroalimentación y adaptación continuas. Solo así se puede hacer frente a las consecuencias imprevistas y garantizar que los incentivos sigan estando en función de los resultados deseados.

Las consideraciones éticas importan

Las normas éticas deben ser la base del diseño de los programas de incentivos para que no fomenten comportamientos poco éticos ni generen incentivos perversos que puedan perjudicar a los individuos o a la sociedad.

Son necesarios planteamientos específicos para cada contexto

Es esencial reconocer las circunstancias y dinámicas únicas de cada situación individual para adaptar los incentivos a un contexto específico en función de los comportamientos deseados.

Aprender de los fracasos del pasado es crucial

El efecto cobra es una valiosa lección para organizaciones, responsables políticos y particulares. Hace referencia a la necesidad de reconocer y aprender de los errores y fracasos del pasado para evitar que se repitan en el futuro.

Conclusiones: el efecto cobra muestra cómo los incentivos pueden ser contraproducentes

El efecto cobra es un cuento con moraleja que pone de manifiesto cómo los incentivos bienintencionados pueden ser contraproducentes y tener consecuencias imprevistas.

Los ejemplos ilustran la importancia de medir cuidadosamente los pros y los contras de un incentivo antes de tomar una decisión.

Aprender de los fracasos del pasado es crucial para crear incentivos eficaces para los comportamientos deseados.