Mucha gente todavía recuerda con nostalgia las llamadas «Cola Wars», o bien, guerras de las gaseosas, de principios de los 80. En ese momento, Coca-Cola y Pepsi competían agresivamente por el puesto número uno en el mercado de gaseosas. Afortunadamente para todos, no implicó ningún enfrentamiento físico. Sin embargo, si hubiese sido así, Pepsi podría haber sido el claro ganador. Descubramos por qué.
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En 1959, Eisenhower quiso empezar a relajar algunas de las tensiones entre Estados Unidos y los soviéticos. Organizó una exhibición para presentar en Moscú algunos productos y aspectos de la cultura estadounidense, y envió a Richard Nixon, quien era vicepresidente en ese momento. Nixon y Khrushchev terminaron peleando por política, en un momento en el que, probablemente, ninguna persona se vio sorprendida.
El vicepresidente de Pepsi estuvo allí en el momento justo con un buen vaso de gaseosa fría para refrescar a Jruschov. Así es como se cuenta la historia, al menos. La veracidad de esa anécdota es difícil de confirmar, pero está claro que se llegó a un acuerdo. En 1972, Pepsi comenzó a abastecer a la URSS con sus bebidas.
Los trueques de Pepsi
Ahora, aquí está la primera parte divertida de la historia. El dinero soviético no le fue útil a Pepsi. En su lugar, les pagaron con su famoso producto ruso: el vodka.
Sin embargo, esto se pone mucho mejor.
Para la década de 1980, el vodka ya no pagaba las facturas de Pepsi como antes. Así que, se dirigieron a la siguiente solución lógica: ¡una flota naval de la era de la Guerra Fría!
La flota se completó con un crucero, un destructor y una fragata, respaldados por 17 submarinos. ¡Esto convirtió temporalmente a Pepsi en la sexta potencia militar más grande del mundo!
Sin embargo, eso no iba a durar mucho. Para bien o para mal, Pepsi es mejor produciendo gaseosas, que conduciendo operaciones navales. Al final, vendieron los barcos como chatarra a una empresa en Suecia.
La mejor cita de esta historia proviene del ex presidente de Pepsi, el difunto Donald Kendall. Una vez le dijo a la NSA: «¡Estamos desarmando la URSS más rápido que ustedes!»